VOLAMOS MADRE...
Volamos Madre… Tú, mi viajera amada, partiste hacia la eternidad y hacia arriba. Me dejaste en tu eterno Sur, éste de acá, de abajo, pensándote para seguirte aprendiendo y conociendo en cada dÃa y hora que pasa. Te miro desde mi piso de material hecho con masa y materia, sin poder aún escapar para arriba y compartir hoy tu panorama: de tus ojos allá arriba para los mÃos acá abajo. Nos vemos y nos vamos; volamos en fin, un poquito: tu en ingravidez y yo solo en avión. Tú, Bachita, de punta a punta y de costa a costa, y yo, pobremente, de vez en cuando, hoy sobre todo, según se puede, de rodillas. Hoy lo logramos, y estuvimos juntos -según mi fe- al encontrarnos en espÃritu en la capillita de Tucumen; siguiendo tu ejemplo de arrodillarnos ante el bien supremo cuando encontremos espacio en cualquier aeropuerto. Lo haremos asÃ, donde Dios nos regale el área y el silencio para estar de rodillas y agradecer, como hoy, por el bien sembrado por ti a punta de recuerdos y comprensiones ya inmateriales, y eso sÃ, siempre de los siempres, prácticas y aterrizadas, como cada uno de los tuyos (familia y amigos) en este buen video de homenaje a tu vida... Tu misión en la Tierra está más que cumplida, según amorosamente comprendimos a punta de vivencias contigo. Las mÃas, las del último de tus vástagos (soy el final, porque los otros siempre se nombraban y dejaban primeros, como debe ser, hubiéramos nacido cuando nos tocase, o fuésemos familiares o no) están todavÃa en misión, peregrinando como soñábamos al mirar a Comboni, para aprender de su humildad perpetua. Acá, sin poder llegar a tanto, caminamos, con todos los tuyos propios y más nuestros para servir mejor; para derechamente, ser posibles en cuanto a misión por todas las buenas tierras de Dios. DecÃa tu receptor y fuente de energÃa, cuando pasó como nosotros por acá, que "nadie es profeta en su tierra"... Quizá eso no se aplica en tu caso, pues te quedaba corto, por la sed de amar al prójimo no solo cercano, sino universal; por eso aceptaste mezclar linajes y caminaste incansablemente barrios y ciudades, comunidades y cafés con pan, quesitos varios, y uno que otro dulce, junto a la broma seria y la sonrisa abierta. Me encantaba mirar las caras y las miradas de nuestros visitantes o mis hermanos. Observarte y aprender era mi gozo; considerándome el menos y aprendiendo a estar callado en casa, pude tratar de comprender afuera, con mi laboratorio de amistades contemporáneas, menores todos a las demás bellas personas (también) que rondaban nuestro muro y tu casa de piedra, cada vez que podÃan escaparse de la rutina, para sentarse y sembrarse sobre roca, al compartir ideas en tu mesa abierta y generosa, vinieran de donde viniera, o fueran hacia donde fueran. Holanda, Egipto, Israel, Chile, China, Estados Unidos, América toda, Europa casi completa, junto a tus nietas, buena parte de Alemania junto a tus hijos, y claro, Asia en la sangre eterna de América India de Bering, junto a tu esposo, pero en realidad con todos, en tu comedor, estaban siempre invitados para conocerse sin conocerse, y amigarse sin jamás poder luego enemistarse. ¡Qué lazos y redes tejiste sin más que tu tiempo, que se multiplicaba a través de esos amigos y nosotros, que éramos como tus brazos, tus hijos, en una imagen que me vino alguna vez en un museo, pensándote y extrañándote junto a mÃ! Quise comentarte allÃ, en el Vaticano, que tenÃas una gemela en Durga, esa Diosa de la India que tenÃa 10 manos abiertas a la acción en oración, saliendo todas de brazos como hijos, partiendo de un solo cuerpo social cual religión en movimiento! Nunca te lo dije; siempre lo pensé: claro, tú sà respirabas, y transpirabas en comunión diaria a Jesús, que tuvo su propia docena de enviados e hizo un mundo vibrar con su espÃritu, que te habitaba y te ha llenado definitivamente hoy, que te has juntado con la Madre Eterna de Dos Brazos y de tus Dos Corazones (El de MarÃa y el de su Hijo): De nuestra parte, y de corazón en duelo acá, tenemos todavÃa tareas; debemos ser como un injerto con cinta protectora todavÃa en materia de trabajo, y eso nos consuela para no pensar en volar aún al lado tuyo. Hay quehaceres a producir: primero servir como otra planta de vida bien bendecida y amada por tu compañÃa en nuestros matrimonios y familias ya propias, cuidando las siguientes ramas que nos crecen y siguen aún pequeñas, pero que se engrandecen al imitarte con su propia perspectiva libre: en tu lÃnea y plenitudes: fÃsicas y espirituales. Se nota a diario tu mano, como se notaba en tà la de los mayores que nos dieron vida y partieron dejándonos con fuerza para sabernos sus hijos eternos; esa tu mano es santificada cuando sigue estando firme en mi injerto, pues es aquella con la que tú me ayudaste a aprender a podar, de Domingo a Domingo, dÃa a dÃa, con paz y sonrisas, café y maÃz sabroso, oración y ejemplo. Aquà seguimos, para que crezcan en propios pasados y presentes, y desconocidos futuros por venir, tus semillitas según tu linaje en esta tu pequeñÃsima semilla que hoy te sonrÃe tratando de ser el árbol al que hacÃa mención el buen Numhauser, Chileno en Suecia, cuando sembró allà su tierra. Tu decena y docena, entre hijos y nuestro Padre, tu pareja amada, hoy ya contigo, de vuelta, estamos ya regados como la familia que elegiste, por todo el planeta; esperándonos para estar juntos en su momento, con el creador. Mientras eso ocurre, todos los de tu vientre y los de tu mesa, estamos ya cargando la orfandad real, sin poderte comentar las cosas, pero habiendo sido ya formados en tu estilo, tus lecciones silenciosas, y los testimonios que vienen de tu cielo en la lectura de esas miradas que se conectaban con tu mirada de paz, como tus ojos al morir: llenos de amor y brillo matriarcal, en plenitud societaria ampliada con nuestro creador, dándonos novena para seguir peregrinando con nuestras pequeñas plantas de roble, tuyas, nuestras, de todos, para todos. Ayer y antes de ayer, asà como tras antes de ayer, pensaba en cómo te fuiste; conmigo a distancia, llamándonos a todos con colibrÃes y mariposas blancas volando para que acudamos a tu encuentro y recordemos esos milagros para estar juntos siempre. Allà estuvimos en tu Misa tan sentido, en Quito, acompañándonos con la pléyade de hermanos de la vida, mayores, contemporáneos y menores. Vibramos y cantamos junto a nuestra Dolorosa; nos fuimos caminando contigo, desde casa, como hacÃamos y nos enseñaste a hacer y recorrer en vecindad total junto a nuestro San Gabriel. Nos fuimos luego, ya claro, solo los hermanos Madre, a casa, en tu novena propia y vital, la del equipo que dejaste armado todavÃa acá, orando y conversando, pareciendo y siendo un cultivo ya maduro, como una viña, casi cercana a un bosque, lista para ir a servir a los nuestros en el Norte, el Centro y el Sur de nuestra América, y de allà hacia donde nos llamen, siempre en tu mesa, para que el centro sigas siendo Tú, el ecuador de nuestro mundo, como lÃnea de encuentro, más que como nombre de nuestro paÃs hermoso. Todos menos uno se quedan sirviendo en el Ecuador de tus ancestros hispanos, apellidados como nuestras ciudades de raigambre y origen, que en estos dÃas aciagos nos ha retado -como decÃamos en la Misa- a seguir libres, haciendo las paces con todos quienes tienen algo de Europa y América en nuestras venas. Ahà seguiremos, como tú, juntándonos fraternal o matrimonialmente con nuestra sangre China y Asiática, para avanzar por la madre tierra. En mi caso, como tu misionero desde Chico, también, igual, "no es más que un hasta luego". Volveremos a juntarnos. Nuestras raÃces están sembradas y son de Dios; se hicieron en tu casa latina y americana, en nuestro Ecuador, con su café, del cual hoy he vuelto a dejar de estar por unas semanas o meses, como hice trimestres atrás. Volamos y volaremos; yo hacia Chile y Ecuador, y desde allà hacia donde diga la misión; tu ya estás en tu JUBILEO de plenitud: volante hacia tu chino guapo, el seminal nuestro, y ambos están junto al primogénito suyo, mirándonos los tres desde su ejemplo de servicio para lo nuestro. Al saberte asÃ, lo que era antes dolor por su partida, es hoy alegrÃa tuya y nuestra, por ser seres eternamente amados quienes te reciben y cierran contigo el ciclo de partida y vuelta de la vida, secuencia nuestra y de todos, donde nos esperas, ya en la tierra mejor de todas. Es rico saber, como tu hijo, que uno de nosotros, tus hijos, y en especial, el mayor de los 7 varones, mi Padrino, esté allá para darte la bienvenida. Acá en Sudamérica estaremos juntos los demás, mirando como mirábamos hacia Emilio desde chicos: al cielo, la luna y las estrellas. Oro en este segundo, todavÃa entre tiempos, esperando alzar el vuelo para vernos, como hacemos todos quienes tomamos ruta para podernos mirar con ojos humanos; en tu caso, estas pobres letras van en duelo hacia tÃ, sabiendo junto a mis hermanos que tu espÃritu se quedó en un brillo de estrellas en tus ojos, reflejadas fÃsicamente al partir ya tu, quedando ellas grabadas como en una pintura de la Virgen de Guadalupe, en tus pupilas, llenas de eternidad. Por ese milagro sabemos que estás on Dios, aunque claro, siempre lo supimos, pues era un secreto a voces que eras lo que eres, nuestra Madre Santa y nuestro mejor regalo de vida tras la vida misma que tu generosamente nos diste para siempre, en Cristiandad plena. Disfruta Madre; disfruta y gracias por todo! Roberto (en Panamá, rumbo a Santiago, en escala desde Ecuador). 25 Junio, 2022 PostScriptum (este artÃculo tiene una edición hecha en Santiago de Chile, cerrada con fecha 2022.06.26.13h30): dejo acá el PDF original de lo escrito en escala de mi casa a mi casa, mismo que fuera pequeñamente corregido y aumentado durante mi vuelo de ayer, en plena conexión de cielo a cielo... PS2: habiendo cumplido y teniendo ya señal de red, dejo aquà el video que miramos ya en casa, luego de tu Misa de Despedida Mamita Bella, junto a nuestra Matter Dolorosa del Colegio San Gabriel en tu y nuestro Quito eterno, para que todos podamos acompañarte en misa diaria ojalá, con al menos una persona que pueda mirar esta misa durante este mes duro de duelo hasta la próxima misa presencial en la que podamos juntarnos Dios mediante todos tus hijos, familia y amigos en Quito: ¡Y bueno, para cerrar, dado que no habrá espacio para juntarnos tras cada misa, y siendo hoy Domingo, dejo aquà una serenata, como las que te gustaba que te cantemos en familia, a modo de 4 espacios para nuestro pentagrama, desde Chile. Seguro que ya escucharemos esta música juntos, cuando disponga Dios que nos unamos de nuevo, en nuestra próxima casa eterna, mi preciosa! Valentiniano, dedicado a tà Bachita: https://www.youtube.com/watch?v=JgpZFfVj07c Patriarcado, dedicado a mi Papi: https://www.youtube.com/watch?v=dV4K1SMNccw Cambia (Numhauser), para Emilio: https://www.youtube.com/watch?v=q16Rbtsr8o4 May Freedom March para los 12: https://www.youtube.com/watch?v=AiKPJj4FmJk